Nuestra Villa
Nuestra villa

Iglesia de San Salvador del XVI con retablo principal barroco y otros con distintas tallas entre las que destaca El Cristo del Amparo y Virgen del Castillo. Construida sobre un antiguo templo mozárabe. La Iglesia de San Juan es un edificio barroco del siglo XVIII.

Penúltimo pueblo, que nos encontramos en la provincia de Valladolid en nuestro caminar aguas arriba por el río Cea, lugar tranquilo, relajado y agradable por el aire tan puro y fresco que se respira bajo la sombra de la frondosa vegetación de ribera basada en choperas. Existe una zona de acampada libre conocida como "El Mimbrajo", junto al río, con barbacoas y campos de deporte, que puede ser muy agradable en el verano.

En el núcleo del municipio, destacan sus calles pequeñas, entrecortadas y quebradizas, que nos conducen a los dos principales edificios, las iglesias de San Juan y el Salvador. La primera tiene tres naves, en la que la central se cubre con bóveda de arista, mientras las laterales tienen bóveda de cañón con lunetos. La sacristía está recubierta con bóveda de crucería realizada en el siglo XVI. Merecen ser mencionadas su torre de ladrillo y el sorprendente retablo barroco del siglo XVIII atribuido a la escuela del Maestro Esteban Jordán. La segunda de las iglesias es más antigua, del siglo XVI; sus naves laterales son tapadas con bóvedas de arista, siendo la central de cañón con lunetos. Destacan, además, la cúpula rebajada de la sacristía, así como varias tallas de imaginería, que son sacadas en las procesiones de Semana Santa.

 

En Semana Santa destaca el Viernes Santo con la procesión de "El Entierro del Cristo". Aparte son también celebrados los días 2 de julio, Santa Isabel, y el 27 de diciembre, San Juan Evangelista, en el que son típicos los juegos de tanga y calva, así como el "tiro al plato".

 

 

No podemos irnos sin llevar algo típico de la zona como es el vino que nos ofrecen las "Bodegas", bien sean jóvenes como el clarete y el blanco, o más añejos como el tinto de barrica de roble. Esto, acompañado de un buen embutido de la fábrica local puede ser un magnífico recuerdo, sobre todo para nuestro paladar.

No podemos irnos sin llevar algo típico de la zona como es el vino que nos ofrecen las "Bodegas", bien sean jóvenes como el clarete y el blanco, o más añejos como el tinto de barrica de roble. Esto, acompañado de un buen embutido de la fábrica local puede ser un magnífico recuerdo, sobre todo para nuestro paladar.